Sobre el rastro de los peregrinos del Camino de Santiago, los excursionistas y los viajeros franquean el puerto de Portalet. Dirección sur. A 1.794 m de altitud, el puerto se abre entre el pico de Portalet y el de Aneu, cuya cima aguda destaca por el oeste. Aquí, el horizonte es vasto, las curvas suaves y los colores se tornan ocres, dando un aspecto “africano”, tal como dijo Henri Russell. Se prosigue la ruta, a orillas del Río Gállego, que recorre de norte a sur este valle bello y singular. El decorado es soberbio.
Una mezcla de relieves escarpados, cumbres recortadas, rocas, lagos y bosques. Por todos lados, pueblos con arquitectura típica. Un conjunto de grandes construcciones, con amplios muros de piedra y vertiginosos tejados de pizarra. Y, como telón de fondo, como una cordillera exótica, la cadena pirenaica y su serie de picos, flirteando con los 3.000.
En el desvío de una pequeña ruta, uno cae ante el encanto de la curiosidad arquitectural: las iglesias mozárabes, testigos de un pasado tumultuoso entre cristianos y musulmanes. Fueron construidas entre los siglos XX y XXI, en plena expansión del islam en España, por las comunidades de cristianos, dispuestos a resistir. De todas formas, su campanario, en forma de minarete, es testimonio de la influencia morisca.